¿Cuándo es un montón?

Rocío González
4 min readJan 6, 2023

A veces me cansa la expresión “un montón”. Me parece que la escucho todo el tiempo y en situaciones que no amerita. “¿Estuvo bien o fue un montón?”, “Ese reporte me parece un montón”. What???? Será que está de moda, o que es fácil. Y, cuando se puso de moda una expresión tan boba como “un montón”?

A veces también me da un poco de bronca porque la verdad que es una expresión bastante linda. Y redonda. Como un montoncito de arena que armamos en la playa con los pies en la reposera mirando el mar, o un montoncito de chapitas que juntamos y jugamos a hacer pilitas, o el montoncito, ese gesto de manos tan simple y cotidiano que hacemos riéndonos cuando alguien nos cuenta algo que nos parece chiste.

Por moda, quiera o no, cuando pienso en el año que acaba de terminar, recién recién, la primera expresión que se me viene a la cabeza es que fueron UN MONTÓN de cosas. Pero real.

¿Y cómo armamos (y justifico) ese montón?

Empezamos con grandes apuestas, objetivos tangibles pero bien pomposos, redonditos, rozagantes. Algunos se alcanzaron, otros se quedaron, se pincharon. Al final, no fue un año ni pomposo ni redondito ni derechito, tuvimos que pegar varios timonazos, algunos frenos de mano y fueron muy necesarios. Tuvimos que aguantar, laaargas lluvias. Pero salimos a flote. Y de esos objetivos de globo aerostático del principio, bajamos un poco y seguimos camino por tierra.

Soy de pensar en globos, soñar alto y por eso hago un montón de cosas. A fin de año, post locura mundialista y cierres varios, tanto en PAPA como Unplastify tuvimos la semana entre fiestas libre. Así que del montón pasé a la pausa y en esa pausa, repasar este año que pasó.

Y del repaso, año a año, veo patrones que se repiten, voy conociendo qué cosas decantan de ese montón de días, eventos, encuentros. Este año entendí que de estos vaivenes, logros y desafios que pasé, tanto en lo laboral como en lo personal, el balance del año me da positivo cuando armo el montón de momentos de compartir con otros.

Los aprendizajes que compartí en dulce montón (expresión hermosa si las hay), con mis socias, con mis equipos, con mis amigos, con esas amigas. El momento que nos damos cuenta que salió mal algo y pensamos cómo recalcular y nos reímos un poco de todo. Cuando por fin aceptamos que no se entiende lo que queremos contar y cambiamos todo, apretando el botón de delete sin miedo. Cuando nos agarramos la mano para dar ese salto. O cuando le extendemos la mano y la sonrisa a otro u otra que salta a un nuevo capítulo.

Cuando pensamos una nueva propuesta y sin darnos cuenta nos quedamos hasta tarde dándole forma, soñándola. O cerramos el concepto entre tragos y cervezas después de la oficina, después de la fábrica. Esto aplica renovar la misión de Unplastify, como a redefinir el plan de Daravi, como a cranear un nuevo ciclo de cenas con amigos, Gantt mediante. Esas conversaciones, de oportunidades, de puertas que se abren, de personas curiosas, de replanteos con humor, de ganas de hacer.

Y como todo no es color de rosa (o verde, que a mi me gusta bastante más), también hay conversaciones difíciles, que me costó tener. Algunas tristes, otras serias y complejas, pero de esas que cuestan, siempre algo rescatamos.

Encuentros, personas que me quiero llevar (decía Rodolfo), al final del año me quedo pensando en esos momentos.

Tengo la suerte (y años de remarla en dulce de leche a cuenta) de hacer cosas que me divierten y que están atravesadas por un propósito que me mueve. Parece fácil, pero tener gran equipo, ganas, espacios fue (y es !!!) es muy muy difícil. Lo que nos mueve a todos los que estamos en este barco, lo alinea y eso es bastante. Pero no es suficiente, no es un montón. Hay mucho más en la vida que estos proyectos y hay que encontrarle la vuelta al balance.

Los y las invito a pensar cuáles fueron los momentos que más felices los hicieron. Y regalos? Cuál fue el mejor regalo? Fue un objeto? O fue un viaje, una cena, un momento?

Si cuando se hacen estas preguntas las respuestas son personas, encuentros, brindis, risas que prevalecen frente a cosas y objetos, los y las invito a pensar este año en función de cultivar esos espacios, darle prioridad a las personas, a las conversaciones, cultivar esos momentos con amor, con cariño, con ganas. Porque si esto es lo que rescatamos, ahí está lo que nos da felicidad.

Casi todos nuestros proyectos, personales o profesionales, tienen desafíos, son difíciles y llevan tiempo. Por eso no hay nada mejor que disfrutar del camino. El resultado de nuestro tiempo y esfuerzo a veces es el que esperamos y pero muchas veces nos espera un vaivén, un cambio de rumbo un desvío una caída. Pero el tiempo y esfuerzo que dedicamos puede haber sido el mismo, salga bien o mal.

Ese tiempo ya lo dimos, pero no lo perdimos. Porque si fue un tiempo en el que fuimos felices, construyendo relaciones que nos hacen bien, compartiendo desde un lugar de aprendizaje, ese tiempo nunca será tiempo perdido.

Y así ganamos, UN MONTÓN.

algunas imágenes del montón de este año, mayoría no posteadas para estar más ahí y menos online ❤️

--

--

Rocío González

Arquitecta de empresas de #tripleimpacto: PAPA, Daravi y Unplastify. Escribo sobre mis 15 años de experiencia para animar quienes emprendan con propósito.