Oráculos

Rocío González
4 min readJan 19, 2024

Ante última semana de diciembre, energías disipándose ya completamente de mi cuerpo y lo que quedaba de mi decidió encomendarse a una de mis amigas más esotéricas pidiéndole si tenía el dato de alguien para que me ayudara con LAS ENERGÍAS. Bruja? no sé, lo más parecido, lo más cercano a alguien que viera más allá.

Y ahí estaba, en el medio de la ciudad, un día en que diciembre se apiadó de mí, ahorrándose los fatídicos treintipico grados pre fiestas, con la dulce señora orácula tirándome las cartas. Quién me ha visto y quién me ve. Debo decir que me dio tranquilidad y no tanto, pero algunas de las preguntas que hice salieron con otras preguntas nuevas. Encaminada, podríamos decir.

La realidad es que pasó fin de año y en la libretita llena de cuadraditos por tachar que es enero, en medio de una cena de socias, tomando nota, como casi siempre, me cayó la ficha del verdadero oráculo.

Hace unos meses que a Andi, mi socia Reina de las Pymes, trae un juego de palitos chinos muy particulares a nuestros encuentros. Será porque la harté con mis preguntas de qué vas a hacer de nuevo este año, o qué pasó con eso que te propusiste el año pasado, pero el jugeuito abre nuevas conversaciones. Se tiran los palitos y cada una hace una pregunta. Cada palito tiene una palabra y un número que responde o dice algo frente a esa pregunta. Y el número lleva a una descripción que encontramos en el libro que acompaña a los palitos. La descripción arroja aún más luz sobre nuestra pregunta fundamental y al “aaaah”, “uuuuuh”, “oooopa” de Loren o a las risas mías, las tres damos por entendido que el oráculo hablado.

Yo tomo nota, palabras clave de la pregunta (”mejor actitud para nuevo año”) y sobre lo que nos trajo el oráculo (”EMOCIONES: prioridad, manejar, recrear”). Y con ese código morse en mi cuaderno sellado, le toca preguntar y sacar a la otra y sin darnos cuenta la conversación ya giró y se seteó algo nuevo. El oráculo ha hablado y las socias se han despertado.

Para una que no cree mucho en nada, salvo en mi perro la criatura más hermosa que hay en la faz de la tierra, depositarle la confianza al universo que me tiró ese palito o a mi mano que lo eligió o a mis ojos que buscaron alguno más escondido que los otros es raaaaaaro encomendarme como me encomiendo al poder del oráculo. Pero hay algo que no falla y que va más allá del palito, el texto y cuanto le pega de lleno o de costado esa palabra a la pregunta: la risa de mis socias, el chiste después de la tirada de cartas, la charla que viene después. El abrir, el compartir. Lo que sucede ahí entre platos, medialunas, tragos o simplemente un mate mal cebado en esa charla que vengo disfrutando hace años.

Será mi incipiente vejez, la misma que hoy me lleva a pensar y hablar y saber algo de oráculos. Soy del 84, el año del libro pero también de los que veíamos a los dosmiles como lejanos. Soy de las que hemos pasado varios ciclos de vínculos, de amistades de la infancia, del colegio, de la facultad y ahora tengo las nuevitas, las de “grande”. También he pasado ciclos de relaciones, been there donde that. Y cada vez más, desde mis nuevos lentes de casi 40 veo todo más cíclico. Las relaciones pasan, van vienen, como olas. Pero hay algunas que te agarran la mano y ven las olas pasar con nosotras. Las que te invitan a nadar, a surfearlas.

Una de mis frases favoritas de Loren, de cuando la conocí y contaba como armaba sus equipos en Falabella, era que “era lo suficientemente inteligente para siempre rodearse y trabajar con gente más inteligente que ella”. Bueno, ahí creo que aprendí pero sobretodo fui súmamente inteligente en elegirlas.

Tengo un oráculo personal que me viene cantando las que van y las que no van hace ya casi casi 10 años. Porque no son ni los palitos, ni el libro que cuenta, ni los numeritos mágicos. Mi oráculo son ellas. Que ya la vieron, porque me llevan ventaja, pero que también me ven. Y que sobretodas las cosas son generosas para compartir lo que piensan que será de mí siempre tirándome mi mejor versión. O recordándome cuando estoy lejos de todos esos colores, que los tengo adentro y devolviéndome al camino.

Rodéense de gente más inteligente, gente que les cante la que viene. Esos son los mejores oráculos. Espejitos de realidad pero también de sueños. Que estén al lado para decirnos que no va más cuando no nos lo decimos y nos recuerden siempre lo mejor. Que escuchen sin juzgar, a quienes le puedan compartir lo malo pero también, sin vergüenza se animen a compartirles lo bueno. Si pueden tirarles todas esas preguntas, será que tal vez ya les quieran como me quieren y me cuidan a mi mis oráculos.

Loren y Andi. El tecito, la charla y la realidad de mis oráculos.

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Rocío González

Arquitecta de empresas de #tripleimpacto: PAPA, Daravi y Unplastify. Escribo sobre mis 15 años de experiencia para animar quienes emprendan con propósito.