Todo lo que brilla

Rocío González
4 min readFeb 2, 2024

Hay una pregunta ritual que me hago y respondo casi todos los días: “A quién le vas a hacer mejor el día?”

Lógicamente, en el el top five recurrente está mi familia novio-perro-yo: Sebas, Alí, yo. Después hay personas que se van metiendo cual figurita repetida en mi vida a quienes elijo regalarles ese alguito extra, tirarle un poquito de polvo estrella para mostrarles todo lo que brilla. Esta elección de persona, la anoto, la escribo, porque dejándolo ahí en algún lugarcito virtual o pedacito de papel, sucede.

Quien escribe, escribiendo o dibujando en Daravi, la fábrica más linda del mundo. Foto by Lorena Nuñez

Qué es todo lo que brilla

Este año empecé, como todos los años, poniéndome nuevos objetivos haciendo un balance del año pasado, pensando qué cosas mejorar y qué cosas cortar y qué cosas revolver. Escorpio no me deja salir tan fácil, sin reutilizar, reciclar, compostar. Pienso muy bien qué cosas dejar atrás, cuales guardar, cuales tirar. Ahí, cuando visito el arcón de los recuerdos, en el freezer de años anteriores, ahí mismo, frenado y rotulado quedó el paquete de ese ese gran desacierto que fue dejar de escribir.

Y me pregunto: ¿Qué hace un emprendedor? Pone el brillo donde otros todavía no lo vieron. ¿Qué hace un arquitecta? Crea espacios y luces que entran y se cuelan por ventanas, levantando reflejos que todavía no existen, que iluminando paredes, pisos y techos que todavía no se construyeron.

Bueno, yo soy ambas cosas, arquitecta y emprendedora pero mi forma de poner luz es escribir. Para mi, escribir es poner nuestro foco, nuestra luz, para iluminar a los otros, hacerles sentir algo parecido a lo que sentimos. Apuntamos nuestros binoculares y vemos cosas a lo lejos que otros no ven. Las traemos aquí y ahora. Hoy todos vemos diferente, por tamizarlo en nuestra propia mirada, por procesarlo desde nuestras experiencias. Yo volví a escribir para girarle la mirada a todo lo que brilla. Mi mirada y la de quienes me quieran leer.

Como bien dice el dicho, todo lo que brilla no es oro. A veces brilla por bueno y a veces brilla por punzante, por complejo, por intrigante.

Lo que me animó a descongelar la escritura, sacarla por fin del cajón de congelados, fue que cada vez que hice un mini posteo, en una cadena de mensajes de Slack o en cualquier formato de texto que me saliera había varias personas diciéndome que les había encantado, o el más buscado: “Che, eso me llegó”. Y porque toda esa gente que tengo cerca a quienes que “les hago mejor el día”, quienes que me aconsejan, mis farolitos y oráculos me dijeron que lo haga.

Pero para qué volví a escribir?

Sabor a poco

Hace muchos años tenía un blog que se llamaba “La vida suculenta”. Describía como meterle todos los ingredientes a una vida y hacerla llena de sabores, mi estilo de receta para todo. Hace 5 años me separé. Ahí me enrosqué más para adentro y elegí no mostrar lo que brillaba. Recuerdo que pensaba que era poquito (el diminuto del diminutivo de quienes pasaron por el achique, la simplificación, lo esencial, para pasar un gran cambio). O porque era distinto, de lo que vaya a saber en qué universo yo esperaba que tenía que ser. Mamita. También porque me dejaba un sabor a poco seguir compartiendo algo desarmado, diferente, en el álbum de recuerdos públicos que son las redes sociales. Y después entré en el trip de la privacidad, hermoso viaje, si es que la privacidad es algo que todavía existe.

Pasó el tiempo y me brotaban los cuentos y las palabras en cuadernos privados. A esto se le suma que con los años va surgiendo mi maestra, y con ella la necesidad de expandir lo que hago. Hoy hacía la cuenta y ya son 15 años de hacer y hacer proyectos y estos dan para escribir pero sobre todo, como dijo Steve, la perspectiva nos da esa línea en el tiempo para ver cómo se conectan los puntos. O cómo dice James Clear cómo esos pequeños hábitos que una va incorporando día a día y apilando esos intereses compuestos para la vida misma (o que una arquitecta use en su hilo de escritura un concepto de intereses, estaríamos indudablemente frente al más allá, I am not uncertain).

Pero en lo que vuelvo a escribir también quiero sacarle brillo a los zapatos que usé con todas esas cosas que fallaron, las mil y una que no funcionaron. Todos esos tropezones me hicieron hoy quien soy y me llevaron a tomar decisiones que después pueden verse como “lo que tenía que ser” pero que no hubiera elegido si me preguntaban 2 veces y hoy no cambio los aprendizajes que me dejaron por nada.

Vuelvo a escribir para expandir lo que hago. Para que quienes lean pispeén un poco en estas experiencias, aprendizajes y que, entendiendo de quién viene (recordemos : arquitecta no practicante, carrera de 7 años para guardar el diploma en un rollito divino, pero emprendedora, 2 empresas, sostenibles por dentro y fuera, en Argentina y mujer) tal vez se animen a un poquito más.

Que harías si no tuvieras miedo

Si escribo sobre todo lo que brilla, y les cuento como lo veo yo brillar, tal vez se animen a responder mi pregunta favorita. La misma que me hice en esos cruces de la vida donde el cartel está oxidado y las dos direcciones parecen mala idea. Y parada ahí sin otra que tener que elegir adonde maniobro, terminé llegando a caminos que nunca hubiera imaginado. Que hoy es fácil ver como lógicos, con sentido, pero en ese momento no eran mucho menos que un delirio.

Así que hoy me pregunto ¿qué hago? Vuelvo a escribir, sin miedo, con muchas ganas y sobre todo lo que brilla.

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Rocío González

Arquitecta de empresas de #tripleimpacto: PAPA, Daravi y Unplastify. Escribo sobre mis 15 años de experiencia para animar quienes emprendan con propósito.